Cuando llegó la primera computadora a mi casa yo tenía, para entonces, ocho años.

Las noches de verano en tiempos de vacaciones escolares tenían sabores de todo tipo. Entre otras cosas, me gustaba pasarme horas navegando en blogs de entretenimiento. De a poco, y tal vez sin querer queriendo, me fui encontrando en algunos de esos sitios con “cosas” animadas. Y ahí mismo descubrí algo que ellos lo llamaban “tutoriales”, en los cuales explicaban cómo se hacían esas “cosas”. ¡Ni sabía qué eran! Yo quería aprender a hacer eso.

Esos desconocidos tutoriales pasaron a ser mis mejores amigos. Una noche me descargué un software llamado Paint Shop Pro y me puse a toquetearlo sin saber exactamente qué era lo que estaba haciendo. En aquella época, también, jugaba a un videojuego de fútbol. Y un buen hombre diseñaba escudos customizados para todos los jugadores. No solo eso, sino que además había hecho estadios en 3D y animaciones de jugadores de fútbol rematando al arco al mejor estilo Oliver Atom. ¡Una locura!

Yo quería hacer lo mismo.

Siempre me gustó el cine. Cada vez que iba a ver una película me intrigaba saber cómo hacían para generar explosiones y se derrumbaran edificios. Me encantaba prestarle atención a los colores, al detalle de la imágenes y a los movimientos. Y un día vi Avatar, de James Cameron, que fue un hito en la historia de los efectos visuales. Me marcó sobremanera.

Transitaba la escuela secundaria y yo, siempre autodidacta, ya había aprendido a usar los principales programas de diseño del mercado. Cuando llegó la hora de decidir qué estudiar, sabía que en Argentina no existía una carrera enfocada en los efectos visuales. Pero al mismo tiempo, no quería hacer la tradicional carrera de diseño gráfico. Yo buscaba algo más. Fue entonces cuando me decidí por Diseño Multimedial en la Escuela de Arte Multimedial Da Vinci. Tenía diseño, sí. Pero también 3D. Combinaba el diseño, con la tecnología. También animaciones y sonidos.

Soy perfeccionista, me apasiona estar en los detalles. Adoro llevar lo real, lo tangible, a lo digital. A mi mundo.

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